CRITICA NUEVO DISCO DE BLUR "The magic whip"

NUEVO ÁLBUM DE LOS BRITANICOS BLUR

Después de mas de trece años sin aparecer en escena, los británicos BLUR, han vuelto a grabar un nuevo disco bajo el titulo de The magic whip. Producido por Stephen Street, parece ser que después de una gira por Hong Kong, Damon Albarn arrastro a sus compañeros hasta el estudio de grabación de esa misma ciudad y tras varias sesiones de grabación nació este ultimo disco. Aunque esto pasara hace varios años y ahora el propio Graham Coxon y el productor lo han sacado a la luz. Este nuevo trabajo muestra las mejores características de la agrupación en sus últimos años, donde hay energía, melodías bien plantadas y pegajosas, cadencia, complejidad, sonidos que lo mismo van de la electrónica, al folk y al indie-rock y bajo una producción excelente. El álbum consta de doce temas, dando inicio a él, el corte Lonesome Street, una canción de corte indie-rock, aunque con un toque de modernidad provisto de buenas guitarras tempestuosas combinadas con sintetizadores y numerosos efectos. Seguidamente aparece New world towers, un medio tiempo con cierto sentimiento y dulzura, pero que la voz distorsionada del vocalista deja bastante que desear. Tras este aparece Go out, otra buena melodía que se presenta como su primer sencillo y todo gracias a sus pegajosas y estridentes guitarras distorsionadas y llenas de efectos, con coros contagiosos y un sentimiento lo mismo festivo que melancólico. Después viene Ice cream man, que juega con su título al contar con una melodía aparentemente juguetona creada a través de sintetizadores y guitarra acústica, sin embargo, la letra esconde un lado oscuro y cruel. Thought I was a spaceman, es el siguiente corte en aparecer y comienza con una cierta influencia psicodélica, con algo de guitarra española, estableciendo un ritmo por momentos futurista, por momentos melancólico. Seguimos con I broadcast, con unas guitarras ruidosas también sonorizan la melodía con un sonido directo y sin cortapisas, además de tener un aire ochentero. Tras este aparece My terracotta heart, que también es espaciosa, taciturna y basada en la sección rítmica del grupo, aunque al final se destapa con una guitarra muy cadenciosa que acompaña en su tristeza a Damon Albarn. Seguidamente tenemos el corte There are too many of us, un tema que suena directamente amenazador, pero que la base rítmica es demasiado repetitiva. Después tenemos Ghost ship, que retoma un poco de reggae, un poco de calipso y un poco del pop, brindando un buen momento de ritmo pegadizo, en ocasiones recuerda al buen soul de los 60. Después bien el corte Pyongyang, con una melodía que parece sacada de la banda sonora de cualquier película y que poco a poco recaba en uno de los mejores temas del disco. Tras este aparece los dos últimos temas que son Ong Ong y Mirrorball, el primero un tema pegadizo y fácil de tararear, mientras que el otro es un medio tiempo en carácter de balada, donde la melodía se hace algo pesada. En definitiva un álbum de carácter lento e intimista, pero en la línea del grupo ingles. Por ello, si eres fans de este grupo seguro que su nuevo álbum te va a gustar porque aunque por momentos suene un poco abigarrado, la banda ha vuelto a demostrar que con talento, constancia y buena magia se puede volver a tener los éxitos del pasado, aunque ahora cueste mucho mas trabajo.